jueves, 9 de julio de 2009

UN PROBLEMA DE MILES...

Santa Elena ha sido un corregimiento tradicionalmente floricultor y porcicultor. En el verdor de sus montañas y el buen clima, no ha sido posible un desarrollo óptimo de la ganadería, a pesar de que sería un lugar de muy buena producción lechera, debido a la falta de capital y de tierra del campesino promedio. Sin embargo, las flores y su variada fauna y flora, le han dado al corregimiento la movilidad económica que lo ha mantenido presente como referente turístico y cultural de la ciudad. La feria de las flores, la fabricación de silletas, los parques ecológicos, la floricultura de exportación y la multiplicación de las casas de recreo han dejado a Santa Elena como uno de los corregimientos de Medellín de mayores ingresos.

Pero las cosas no son siquiera cercanas al color de rosa. Los ingresos se contraponen al descuido de las zonas fronterizas entre los diferentes municipios que tienen jurisdicción en esas tierras, como Copacabana, Guarne, El Retiro, Envigado y Ríonegro. La feria de las flores, que prácticamente se ha desplazado a la vereda El Placer, ha dejado resentimientos entre los líderes de las veredas mismas que permanecen bloqueadas para los turistas durante la construcción de silletas, y, quienes aman la uniformidad del prado se abstienen de presenciar los cientos de borrachos que van en busca de las fiestas de agosto.

Luis Ivan García, dueño de una finca de recreo en la vereda El Placer cuenta: “(...)en la fiesta de las flores prefiero no venir a la finca, y generalmente cuando vuelvo, me toca dedicarme a recoger botellas de vidrio, desechos de plástico y todas las porquerías que deja la fiesta. Tiene uno que recuperar las flores que quedan y lo que es peor, empezar a rellenar las pisadas que dejan todo hecho un pantanero (...)”.

Por otra parte, Santa Elena ha sido por tradición una tierra de grandes familias que se disponen como lunares de decenas de integrantes en grandes extensiones de tierra. La Loma de los Vásquez, es uno de esos casos en los que hectáreas completas estuvieron siempre bajo el monopolio de un mismo apellido. Familias que por herencia han sobresalido en la región, en número y capacidades económicas, se han dedicado al trabajo de las flores y a la creación de silletas altamente tecnologizadas por maestros de artes de la ciudad y con ingeniería nueva. La sillleta tradicional es hoy apenas una categoría que difícilmente compite con la sillleta temática de novedosas formas y colores.

Pero los problemas económicos más graves, empezaron a llegar con el surgimiento de grandes porcicultores y la floricultura de exportación. Al tiempo que se tecnificaban y ensanchaban sus dominios, los dueños de éstas grandes industria empezaron a verse relacionados con la expedición irregular de licencias, los toques de queda y la llegada de bloques paramilitares con cobros de vacunas e intimidación a dueños de tiendas locales y contra aquellos que deambularan hasta altas horas de la noche. Los intentos por reclutar a los jóvenes de veredas poco frecuentadas por el turista como El Rosario, no se hicieron esperar, y los campamentos empezaron a poblar los colosales bosques de la zona.

“Un día, caminando por unos senderos de El Rosario, una amiga bióloga y yo que estábamos tomando fotos a las 6:00 de la mañana, nos topamos con un cambuche de los paramilitares. Los reconocimos aunque tenían raciones de comida del Ejército Nacional, pero todo indicaba que no eran militares. La suerte, fue que al parecer estaban dormidos y pudimos pasar desapercibidos.”--Cuenta Jaime Peralta, preocupado por la situación-- y para terminar apunta: “(...)oportunidades, es la falta de oportunidades, es la precariedad general del campo, la ineficacia del Estado, la ignorancia del turista y la indiferencia frente a lo bello y frente a lo sublime; porque ése es el quid del asunto, la indiferencia como grado cero de valoración (...)”.

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