domingo, 31 de mayo de 2009

Las Farc: La perpetuidad de un tema

Hablar de las Farc y pretender la neutralidad, es una carrera por evadir la amenaza de una apología y un constante temor de caer en el radicalismo de la extrema derecha. Sin embargo, los temores del hablante no pueden derivar en silencio cuando la intención de deliberar queda intacta ante los juicios del público; un tema de tanta coyuntura como las Farc debe ser hablado una y mil veces hasta que los frutos de una buena comunicación demuestren toda la capacidad racional de los colombianos en en la búsqueda de una solución definitiva al suplicio que nos ha atormentado por más de setenta años.

Foto tomada de www.eitb24.com

Lo cierto, es que hay un monstruo de cien cabezas que nos ha estado manipulando por décadas mientras juega con la precaria incapacidad de los políticos colombianos y el miedo generalizado de la población civil. El fin se nos presenta como un espejismo al que imaginariamente nos acercamos, conscientes de la irrealidad de tanta belleza, pero no por eso sin ser suficientemente optimistas.

A pesar de todo, yo soy de las que piensa que todo podría ser mucho peor ahora. La muerte de Manuel Marulanda pudo haber cambiado radicalmente el futuro de las Farc y del país, sin que la mayoría de los colombianos lo notaran, gracias a la idea que surge del sentir que el giro dado por las Farc fue quizás el más positivo de todos los posibles.

Guillermo León Sáenz Vargas, alias Alfonso Cano es hoy comandante en jefe de las Farc con el eterno pesar de el 'mono jojoy' y con todo el temor de equivocarme, con el beneplácito de quien haya pensado o piense aún en la sposibilidades de un proceso de paz de una naturaleza muy diferente a la del Caguán.

Alfonso Cano es, a diferencia de el 'mono jojoy', algo más que un terrorista narcotraficante; su pasado nos habla de un hombre de clase media-alta de la ciudad de Bogotá, hijo de conservadores y casi antropólogo, además, es quizás quien ha sacado la cara por lo que tanto ha obsesionado al presidente actual: el brazo intelectual de las Farc y por eso, quien lo creyera, la esperanza de un posible diálogo concertado lejos de los desmanes de la vetusta guerrilla que se debate estratégicamente entre el maohísmo, el marxismo-leninismo y los intereses de volverse bolivariana.

Sin la intención de generar falsas expectativas o de divagar entre la idea de un posible fin de la guerra o la terrible posibilidad de su perpetuación, sólo queda este texto como un comentario más entre los miles de ellos que han poblado los periódicos y que no dejarán de ser un buen desvare de columnista, al menos durante el último cuarto de siglo, cayendo en el terrible error de estar del lado de los optimistas.