jueves, 30 de abril de 2009

El decadente negocio de la desnudez

Foto tomada de skyscrapercity
Al menos cuarenta pupilas dilatadas, en parte por la oscuridad absoluta del lugar, que solo logra verse perturbada por las letras rojas que anuncian los baños; y por otro lado, por los autómatas movimientos y quejidos que una escultural rubia ejecuta en la pantalla; llevan al onanismo y al éxtasis a los espectadores que tras de un telón rojo, encuentran una apasionante expresión animalesca del sexo en el teatro Sinfonía XXX.

Es difícil entre tantas tinieblas, ver algo más que la pantalla, y una fila de hombres que se acomodan al lado del telón, y desde allí, presencian una de las escenas de la cinta “Embarazadas y calientes”.Son las dos y media de la tarde de un sábado, y el teatro está prácticamente vacío en relación con la cantidad de tímidos curiosos que continuamente se acercan, a observar las cuatro carteleras llenas de cuerpos encuerados que se ubican a las afueras del recinto.

Media hora después, apoyado en su bastón y con la nieve de al menos 85 años en su cabeza, un hombre se acerca y sin siquiera tomarse el tiempo de mirar una de las carteleras, compra la boleta y cruza el telón de la lujuria con la osadía de un adolescente, pero con la madurez que solo dan los años. Como él varios sujetos ingresan al teatro, pocos tendrán menos de 25 años, y de clases “no se habla”; es más, podría alguien detenerse a las afueras del teatro tan solo a adivinar si ese hombre que acaba de entrar con una edición del diario “El Espacio”, podrá ser un médico, un ingeniero o quizá un abogado conmovido por las imágenes y ansioso de sexo.

Al menos una hora más tarde, Horacio Monsalve, el administrador del lugar, otro hombre a quien en el seño fruncido se le percibe el paso del tiempo; dedica el reposo de su almuerzo, a hablar de tiempos pasados; a recordar con nostalgia lo que fue 1972, y la locura del sexo en la pantalla, que seducía a casi 2000 espectadores diarios, quienes se pasaban las horas ocupando su puesto en interminables filas que atravesaban la complejidad del Centro de Medellín. Hoy, 35 años más tarde las filas se han esfumado, y las 120 personas que diariamente acuden al cine, sin distinción de clase, ni edad, son los rezagos de un 5% de espectadores que sobreviven a los estragos fatales de la piratería y a la decadencia que se ha apropiado de los cines XXX de Medellín.

Pero la piratería no es sólo el problema, y aunque Don Horacio no acepta que las nuevas tecnologías son el verdugo de su negocio, basta con conocer a Pablo Zapata, editor de la conocida página Web “Guía Cereza”, para darse cuenta de que la industria del sexo, es todo un mundo, que corre a velocidades inimaginables por los cables de la Internet.

Foto tomada de Internet www.campusanuncios.com

Aunque al parecer, esa industria, aún no nos pertenece ; es más “En Colombia no hay una industria del Porno”, es una frase varias veces repetida por Pablo, mientras habla de la desaparición de www.latinsexgames.com, la única página de videos porno con producción colombiana, que desapareció hace más de un mes sin dejar rastro en el ciberespacio. De resto, nada es explícitamente porno, así que aunque es posible encontrar un arsenal de páginas locales que promocionan chicas acompañantes, mujeres desnudas en Webcams, y eventos sexuales; no hay nada que involucre la producción de una película pornográfica, al estilo Italiano de los años 70, o al europeo de ahora, donde las actrices de una cinta de porno, son estrellas, sin nada que envidiarle a una Nicole Kidman, en su club de fans.

Por otro lado, a varios kilómetros de los cines XXX; un hombre conocido por todos como “El gurú del Porno”, vive de las ganancias producidas por una cultura del sexo apenas naciente en esta tierra de procesiones eternas y agotadores padrenuestros; a este hombre, de escasos 24 años, es fácil encontrarlo en la tranquilidad de una videotienda, entretenido en algún videojuego, pero siempre carismático y dispuesto a hablar de su mundo, repleto de mujeres y hombres desnudos, plasmados en una colección de más de 250 videos, que puede alquilar en un fin de semana sin esfuerzo alguno.

De ahí, que resulte viable dudar de la magnanimidad de la Internet, sobretodo escuchando al “gurú” hablar de una clientela entre los 25 y 50 años, en su mayoría con acceso al mundo de la Web, pero en busca de una buena producción, de una buena película, que contenga una trama impactante, seductora; de esas que no se encuentran hoy en las películas colombianas; por esto es que en su inmensa colección de ejemplares no hay nada donde orgullosamente se lea “made in Colombia”. Pero para este fenómeno, razones hay de sobra; estando en primer lugar los “sueldos de hambre” que a las mujeres les pagan por una escena completa, y que no sobrepasan los quinientos mil pesos en el mejor de los casos; sin contar que las películas completas vendidas al exterior, no valen más de 1’500.000 pesos, de los cuales se deben ver beneficiados todo el equipo de producción y los protagonistas.
Foto tomada de Internet www.labellea.com

“A algunas las engañan con falsas promesas”, dice Fernando, el hombre que acompaña a Pablo Zapata en la pequeña oficina de los creadores de Guía Cereza; “Les prometen un millón, y les salen con menos”, agrega, evidenciando en el tono de sus palabras, el mismo anteriormente escuchado en el gurú y en Pablo, que la industria del Porno en Colombia, no es todavía un buen negocio, y que estamos a años luz de considerar la aparición de una Anna Nicole o una Jena James criolla. Antes, abría que hacerle un barrido cerebral a una población tan tradicionalista como esta, para la que toda actriz involucrada en el mundo de la pornografía no es más que una “puta”, en el bajo mundo de la clandestinidad.

En Medellín, un canal de televisión, que recrea las horas de los visitantes moteleros de la ciudad, se ha constituido como el primer y único canal porno hecho en Colombia; en él, es fácil encontrar rostros antes vistos como simples transeúntes, convertidos en completos ángeles del placer. Kamasutra es el nombre que lleva dicho canal, que aunque se hace llamar colombiano presenta una gran cantidad de películas extranjeras. Allí, en medio del sexo más explícito se podría pensar en mujeres que se han librado del temor de ser vistas desnudas por sus vecinos, y compañeros universitarios, pero no es así, o por lo menos no es el caso de Jennifer; una mujer de escasos 1.50 de estatura, cabello achocolatado y ojos azabaches.

Ella ha trabajado para Kamasutra en varias ocasiones, reservada y cortante, habla de lo que es ser una actriz Porno, convencida de que el dinero es poco, comparado con la dureza de acostarse con alguien de quien pocas veces se conoce algo más que el seudónimo.
Jennifer dilatas las pupilas, tan vez al mismo tamaño de aquellos que se deleitan con sus películas, cuando concibe la idea de ver sus producciones en un rincón de Medellín, dejando al destino la posibilidad de que sea su hijo de siete años, quien algún día en el afán de la juventud se convierta en el cliente de sus videos.

Finalmente a Jennifer se le acaban las palabras, y a mi las preguntas. Está suficientemente claro que ni ella, ni Pablo, ni el Gurú han hecho hasta ahora el negocio de sus vidas; mucho menos Horacio Monsalve, quien en la nostalgia de sus ojos refleja los días contados del cine que algún día le abrió las puertas a la industria visual del sexo en Medellín.




domingo, 26 de abril de 2009

La Iglesia de la Verazcruz, lejos de los nuevos tiempos

En los últimos diez años, una fuerte tendencia a la importación de proyectos “modernizantes”, ha empezado a demoler los viejos bares, a cubrir el escaso verdor de una ciudad construida en pro de los autos, los hoteles medianamente lujos y los grandes bloques de centros comerciales; y a decidido acabar con las “arcaicas” estructuras de parques e iglesias, para imponer las nuevas corrientes minimalistas, expresadas en gigantes bloques de cemento, lánguidos arbolitos intercalados y pequeños detalles en madera. Sin embargo, bajo la sofisticación de una ciudad que se deslumbra con la internacionalización de sus parques y con la asombrosa visita de inexpertos fotógrafos extranjeros; se esconde la historia de varias generaciones anteriores, que vieron demoler uno a uno de sus sitios de reunión y encuentro.
Foto: Tomada de Internet "Crónicas de Medellín"
Paradójicamente, tras la búsqueda de lo moderno, internacional y lleno de cemento (aparentemente términos complementarios); hay lugares que las viejas administraciones locales han preferido olvidar, antes de enfrentarse a los vericuetos de una dinámica non sancta que se ha apoderado de otros parques y otras iglesias que se esconden tras las nuevas estructuras y permanecen en el tiempo en una lucha que nada tiene que ver con la palabra modernización.


Foto: Tomada de Internet "El Colombiano"
De ahí, que La Iglesia de La Veracruz junto a las dos manzanas que la rodean, aún conserven las tradicionales cantinas y heladerías, las máquinas de juego, los hoteles a punto de derrumbarse, la multitud de venteros ambulantes y el tradicional negocio de la prostitución que define y delimita las posibilidades de quienes visitan el sector.
Así, la también llamada “Ermita de la Veracruz de los Forasteros”, en donde a principios del siglo XVIII y principios del siglo XIX se acostumbraba sepultar los extranjeros que por esos días residían en la ciudad; es hoy un lugar de pocos turistas aficionados con cámaras fotográficas y de escasa participación religiosa, pero de agrias ofertas de los bajos mundos que se esconden tras la doble moral de una ciudad camandulera y arcaicamente patriarcal.



El sector, ubicado entre Cundinamarca y Carabobo, es una zona de altos contrastes y diferente categoría de visitantes. En Cundinamarca por ejemplo, en las aceras que se enfrentan, es posible observar pequeñas entradas, con puertas de garaje e inclinadas escaleras, que permanecen pobladas de prostitutas de diferente color, edad y aspecto. Se puede decir que son pocas las que tienen menos de diecinueve o veinte años, y muchas las que sobrepasan los cuarenta. Los rostros se ven particularmente ajados y el cuerpo da evidencias de un abuso de varios lustros que apenas se cubren con ligeros vestiditos de colores chillones y altos zapatos de tacón.


En el otro hotel, se ven pequeñas ventanas con un ventilador y varias sábanas que cuelgan de las ventanas. De pronto, una mujer vestida de blanco y de pelo rubio baja por las escaleras acompañada de un hombre de al menos 60 años; él sigue tranquilamente su camino y ella permanece hablando con sus colegas en la escalera de entrada.

Entre dos grandes hoteles que se ubican en una de las aceras de Cundinamarca, hay un moderno casino que además funciona como sitio de reunión de las mujeres que se sientan por horas y horas en las escaleras de los hoteles. Las mujeres, parecen tener bien definido cual es su hotel, y nunca se paran en las escaleras de otro; por eso, el casino resulta un buen lugar para charlar un rato y reírse de algo.

Por las escaleras, baja constantemente un hombre de aproximadamente 35 años que habla con ellas, sale a comprar comida y sube de nuevo. Aparentemente es el proxeneta de ese hotel, pero si resultase cierta dicha suposición, entonces pensaríamos que cada uno de los hoteles tiene sus propias prostitutas y su propio proxeneta. En una de las esquinas, hay una mujer que vende minutos que también parece funcionar como sitio de encuentro; sin embargo, a ella también se acercan otro tipo de personajes, generalmente hombres adultos jóvenes y hablan por largo rato sin comprar ni un solo minuto a celular.


Foto: Tomada de internet "Wikimedia"

Alrededor de los lugares, el movimiento comercial es altamente acelerado: ventas de muebles de madera, de frutas y verduras y de insumos eléctricos, llenan de sonidos y gritos el lugar. De ahí, que en medio del “vergonzoso” ajetreo sexual, un centro comercial conocido como La Cascada, cambie por completo el estrato y el aspecto de los visitantes.

Jóvenes de todas las universidades de Medellín, desde Eafit y la Escuela de Ingeniería de Antioquia, hasta las universidades públicas; deben hacer una obligada visita semanal a La Cascada, en busca de microcontroladores, leds, instrumentos de medición etc. Así, los futuros ingenieros y tecnólogos de Medellín visitan periódicamente los alrededores de la Iglesia de La Veracruz, y apenas lanzan una sonrisa maliciosa cada que pasan frente a una de las entradas o escuchan los osados piropos de las mujeres que allí esperan.


La gente parece no mirarse demasiado, los indigentes no piden insistentemente dinero y la Iglesia, ya golpeada por el tiempo y el descuido, parece estratégicamente ubicada, como sitio de referencia, en medio de uno de los sectores más problemáticos de la ciudad. De todos modos, son pocos los que van a La Veracruz a rezar y quizás muchos los que se extrañan al comparar las fotos que se exhiben en las guías turísticas de Medellín y el verdadero estado de la Iglesia, vergonzoso, por cierto, para una ciudad que se erige sobre la esperanza de que la visiten.

martes, 21 de abril de 2009

Celulares Vs Individuos: Una disputa sociológica por la supervivencia

"El hombre ha llegado a ser por así decirlo, un dios con prótesis: bastante magnífico cuando se coloca todos sus artefactos; pero estos no crecen de su cuerpo y a veces aun le procuran muchos sinsabores (...)"
Sigmund Freud
"El malestar en la cultura"
La última vez que Beatriz Elena salió sin un teléfono celular en su bolsillo y con la extraviada tranquilidad de no requerirlo, ya empieza a ser una anécdota inverosímil del fin de la década pasada que, además, ocupó más de la mitad de su vida sin ella darse por enterada. Hoy, en lo único que se pone de acuerdo con sus recuerdos, es en las dificultades de una existencia a distancia en la que los más nimios obstáculos de tiempo y espacio no son aceptables. La familia, el trabajo y los amigos se le han integrado en un absoluto de accesibilidad donde sólo las "malas voluntades" pueden ser una excusa para la incomunicación.


Beatiz tiene hoy 45 años y la dependencia tecnológica de una adolescente de 15 cuando cataloga su celular como un elemento "indispensable". Se le hacen aciagos los días sin tener al menos la facultad de comunicarse con su hija y su esposo en momentos "menos esperados" y, apenas puede abandonar la oficina con la seguridad de que una llamada frenará los perjuicios de cualquier contingencia en sus momentos ausentes.

Breve historia del celular, es un proyecto realizado por los estudiantes de COMUNICACION SOCIAL DE PUCMM SANTIAGO.





Sin embargo, las brechas generacionales que en principio parecen menguadas por una apropiación aparentemente óptima de la tecnología, se agigantan ante el tsunami de elementos innovadores, integradores y, finalmente, asfixiantes, de un aparato que se hace cada vez más complejo. Beatriz apenas puede contestar y llamar sin que un improperio salga de su boca; no sucede lo mismo cuando escucha sonidos que significan mensaje, cuando por error ve su pantalla en movimiento y un aviso imperativo titilante de "capturar" o cuando, por casualidad, le llega en la factura de telefonía móvil el cobro de unos pesos de más por un inexistente paseo por la Internet.

Beatriz no es ningún caso excepcional, es más, los problemas de su generación con celulares que parecen de casi dos siglos más adelante, no son exclusivos de sus coetáneos y, al contrario, son cada vez más los jóvenes que comparten la angustia de sentirse obsoletos al frente de las nuevas telefonías móviles.


La tecnología parece estar superando las capacidades adaptativas del hombre, los manuales de uso inundan la red y todo al precio de una "mejor comunicación" que según Victoria Camps, no ha hecho más que dar lugar a una sociedad de "incomunicados" porque "es cierto que tenemos posibilidades, cada vez más grandes, de comunicarnos más fácilmente, pero es dudoso que esa comunicación de verdad nos acerque". Al contrario, las personas no sólo se han quedado impotentes ante el uso y la aplicación de tecnologías, sino que no han podido conservar las bases, otrora sólidas, de interacción social efectiva.


Por su parte, Antonio Pérez Luño, encuentran los marcados efectos de una sociedad tecnológica que ha hecho de sus ciudadanos seres sensibles a graves amenazas de supervivencia, libertad e identidad. para el autor "la ciencia y la tecnología han mantenido en los últimos años un ritmo de crecimiento exponencia, que no siempre ha tenido punto reflejo enla evolución de la conciencia ética de la humanidad. Por eso, las trampas liberticias subyacentes en determinados empleos abusivos de la cibernética o de la informática y en general de la tecnología, son el trasfondo terrible que amenaza el pleno ejercicio de los derechos fundamentales y acecha con invalidar los logros del progreso".


Frente a esto, la sociología ha empezado a plantear teorías diversas que apuntan al estudio del impacto del celular y en general de la tecnología en las dinámicas sociales. Gilberto Diaz, sociólogo de la Universidad de Antioquia explica este impacto desde lo que las escuelas alemanas llamaron "la tragedia de la cultura".Esta presupone la existencia de un desarrollo material desaforado que deja relegado el desarrollo humano y lo supera en creces.

Para esto, se identifican en el proceso de desarrollo una cultura subjetiva que se refiere a las relaciones del individuo con sus pares; y una cultura objetiva, que abarca las relaciones con lo material; la tragedia deviene en el momento en que el desarrollo dispar de ambas culturas (mucho más la objetiva que la subjetiva) hace colapsar el desarrollo del individuo y se llega a la despersonalización a costa de la tecnología.

En este caso, la tecnología inicialmente pensada como facilitadora de procesos individuales de adaptación y apropiación de la naturaleza por el hombre, se constituye en un obstáculo en sí misma que da pie a dos tipos de reacciones: de despersonalización total, o de antipatía tecnológica. De ahí, que hoy sea común encontrar grupos de diferentes generaciones, reacios a cualquier tipo de apropiación tecnológica y concentrados en una idea romántica del contacto humano y de las comunicaciones.


En suma, los ritmos acelerados de la modernización, no dan tregua a las capacidades de apropiación humana que surgirían como salvamento ante los daños ocasionados. El hombre no logra poner a salvo los cimientos sociales y culturales, antes de que sean aplastados por la implementación de dinámicas tales como la desintegración familiar, el innecesario acercamiento al diálogo, la apatía ante el debate verbal y a la deliberación , que empiezan a amenazar la existencia de un espacio público activo en el que, según Hannah Arendt, es donde nos desarrollamos como verdaderos individuos y nos hacemos parte de un sujeto colectivo.

La desaparición de este espacio, sería una tragedia más que poco ayudaría en la búsqueda de un mundo comunicado, al contrario, no seríamos más que esclavos de un mundo tecnologizado y despersonalizado, donde apenas existiríamos a distancia, perdidos en dependencias pueriles a las que sólo la cordura y la protección de los procesos individuales de desarrollo pueden enfrentarse.









Escuchar entrevista Beatriz Vásquez (45 años) : "Para mí el celular es indispensable (...)"









Escuchar entrevista Gilberto Díaz: "A esto se le llama la tragedia de la cultura"









Escuchar entrevista con Daniel Gutiérrez : "Mi vida no ha cambiado radicalmente por el celular"






Escuchar entrevista con Carlos García (64 años): "El celular si puede estar provocando nuevas pautas de comportamiento en la gente"



Para más información ir a:
http://www.celchile.cl/El%20Celular%20en%20la%20Sociedad%20Chilena.pdf


Otras fuentes:

Camps, Victoria "Ética, comunicación y política"
Freud, Sigmund "El malestar de la cultura"
Pérez Luño, Antonio. "Los derechos fundamentales"
Arendt, Hannah. " La condición humana"

jueves, 2 de abril de 2009

El tabaco desde las aulas de clase: nocivo para el cuerpo, perjudicial para el alma y mortal para el mundo



Entre las más terribles pandemias que han azotado el mundo, una de ellas, de capacidad fatídica asombrosa, ha logrado asesinar millones de personas y dejar otras cuantas ad portas de los más oscuros límites de la ansiedad y las inescrupulosas justificaciones del vicio. El tabaquismo, que es hoy en día, el verdugo de un mundo que desde afuera se precia en vía de extinción, apaga la vida de dos millones de personas por año y amenaza con aumentar en el próximo cuarto de siglo en un trescientos por ciento, su angustiante número de víctimas.


Por esto, en la actual búsqueda desesperada de libertades, es paradójico referirse a la forma como el tabaco ha esclavizado de la manera más sutil al 32% de las personas que en algún momento de su vida se han iniciado en el consumo de cigarrillo; cabe anotar, que el poder adictivo, tóxico y depresivo de éste, permite posicionarlo en comparación con la heroína, el alcohol, la cocaína, la marihuana y la cafeína, como la sustancia más adictiva , recordando además, que frente a ese 32% de personas que quedan atadas al tabaco, hay un 23% que se quedan en la heroína, un 16.7% en la cocaína, y un 15.4% en problemas con el alcohol. ( Adicciones; 2004)

Los porcentajes alarmantes y las cifras catastróficas, han hecho mella en las últimas décadas en varios campos del sector de la salud; la psicología siendo uno de ellos, se ha dedicado a encontrar las causas que llevan al joven y al adulto a adquirir este hábito y a continuarlo de manera conciente. Los resultados han ido desde la simple necesidad de aceptación por parte de la sociedad, hasta el análisis de las posibles fijaciones que durante la infancia se adquieren de forma inconsciente para en años posteriores reflejarse en conductas adictivas como el tabaquismo, el alcoholismo o la drogadicción.

De acuerdo con esto, Natalia Molina, Psicóloga de la Universidad de Antioquia, nos lo explica de esta manera: “En Psicología se piensa que desde la infancia, el amamantar, el chupar, el hablar tienen que ver con una fase que se llama la oralidad, de la que depende el primer contacto del bebé con la madre. Existe entonces, una hipótesis que afirma que las personas que fuman tienen una especie de fijación a esta etapa”.

Pero también existen otras razones por las que las aulas de clase se encuentran durante los primeros años de la secundaria pobladas por el 80% de los futuros fumadores; la necesidad de aceptación por parte del grupo, la tendencia a imitar a pares y mayores y el desahogo inconsciente de carencias de afectividad o estabilidad, son algunas de las otras razones por las que el menor busca refugio en el cigarrillo. Camila Úsuga, psicóloga de la Universidad Luis Amigó, argumenta que “Cuando una persona consume cigarrillo, necesariamente esta fumando algo ahí; físicamente fuma el cigarrillo, pero detrás de ese fumar hay un miedo, una ansiedad, un estrés, hay algo que no se maneja y entonces se fuma: un sentimiento, una emoción, un temor. Lo que hace el cigarrillo entonces, es sustituir algo que no soy capaz de hacer o enfrentar”.

Tampoco se debe olvidar, que durante la etapa de la adolescencia, existen ciertas ansiedades que se hacen propias de los cambios de la edad, y que el joven enfrenta buscando un hábito de desahogo que funciona como atenuante de su angustia ya sea a relacionarse, a solucionar un complejo de inferioridad existente, a una búsqueda rápida de alcanzar la adultez o a la simple tendencia de experimentar con nuevas conductas como el fumar, el beber alcohol, el mostrarse agresivo, etc.

Sebastián Álvarez, estudiante de ciencias políticas de la Universidad de Antioquia y fumador activo desde los 12 años nos habló de sus razones para fumar, y mencionó aquellos populares “círculos con el cigarrillo” en los que a toda costa evitaba ser el “parche negro del grupo”. Hoy siete años después de haber probado el tabaco, Sebastián afirma: “el cigarrillo me alivia, me quita un peso de encima” y agrega que “en la universidad la necesidad incontrolable de fumar se me genera antes de un exámen o antes de entregar un trabajo. El cigarrillo para mí es como una aromática, me tranquiliza un poco, me quita los nervios”.

Queda entonces preguntarse: ¿ Qué pasa con aquellos que a pesar de haber superado las dificultades de la infancia y la adolescencia entran a la universidad y adquieren un hábito tan destructor como el fumar?. Natalia Molina de nuevo nos habla sobre esto agregando que por una parte, la entrada a la universidad se hace cada vez a una edad más temprana en la que el joven todavía se encuentra construyendo una identidad, en la que termina influyendo su círculo de amigos; por otro lado afirma que “en la universidad, culturalmente, desde hace mucho tiempo, el tabaco da prestigio y esta muy asociado a lo intelectual, y a las disertaciones con tinto y cigarrillo en la cafetería, que motivan la imagen caricaturesca del intelectualoide”

Finalmente, se entiende que el tabaquismo se ha convertido en un importante problema psicológico; y que a pesar de ser utilizado por la mayoría de adictos como ansiolítico y antidepresivo, es uno de los principales causantes de depresión, ansiedad y otras enfermedades como la esquizofrenia y el trastorno bipolar. Por esta y muchas otras razones que involucran la salud pública y personal, el tabaquismo debe ser enfrentado con los mismos métodos que corresponden a enfermedades de alto calibre y que han sido frenadas por la sociedad; esa misma que lamentablemente con su permisividad ha aceptado directamente ser víctima de las bocanadas de humo que en pocos siglos podrían ser el verdugo del mundo.


Para escuchar la entrevista completa con Sebastián Álvarez